18 nov 2016

Ángeles y Demonios

TÍTULO: Ángeles y demonios.

AUTOR: Dan Brown


Hoy vengo con algo, para mi nuevo, aunque no tan nuevo... Esta es la primera vez que me decido a leer un libro después de haber visto la película, aunque sinceramente, la vi hará ya unos años y hay ciertos detalles que no recuerdo bien, pero aun así trataré de no dejarme llevar por las grandes diferencias que he encontrado entre ambas versiones.

El libro que hoy os traigo es el conocidísimo Ángeles y Demonios, de un bien conocido Dan Brown. Este es el primero de los cuatro libros que componen la saga protagonizada por el Profesor de Simbología de Harvard Robert Landong. A este título se le suman El Código da Vinci, El símbolo perdido e Inferno, como segundo, tercer y cuarto títulos de la saga, todos ellos con Robert Landong como protagonista. 

Una de las cosas que a mi me gusta de estas 4 novelas es que te permite leerlas sin seguir un orden lógico, ya que no necesitas haberte leído el primero para poder entender el segundo al 100%. Son historias completamente diferentes, cuyo único nexo de unión es su protagonista, y por ende, el tema de la simbología.

El primero de los cuatro libros que yo leí fue El Código da Vinci y quede totalmente impresionada. A los pocos días cayo en mis manos El Símbolo perdido, que también me encanto. Fue hace unos días, cuando vi que iban a estrenar la película de Inferno, que no me decidí a volver a coger los dos libros de la saga que me quedaban por leer. Lo lógico hubiera sido coger primero Inferno, pero cuando tiras de biblioteca pública, pues suele pasar que a veces el que quieres no esta, pero tranquilos, será el siguiente!

Como suelo hacer, primero os presentare a los personajes, y tras esto os contare un poquito lo que en el libro acontece.


       PERSONAJES

Robert Landong: El protagonista sin duda alguna. Profesor de Simbología en la Universidad de Harvard, amante de la soltería y del líquido elemento. Un experto en simbología, de trato fácil y carácter amable.

Vittoria Vetra: Vittoria trabaja junto a su padre en el CERN. Hija adoptiva de un sacerdote, su gran motivación es encontrar al hombre que ha acabado con la vida de su padre.

Carlo Ventresca: El Camarlengo del Papa fallecido. Un hombre movido por su gran devoción hacia Dios, dispuesto incluso a morir por salvar su Iglesia.

Maximiliam Kohler: El directo del CERN, amigo de Leonardo Vetra, padre de Vittoria. De adolescente sufrió una grave enfermedad que le dejó en silla de ruedas. Desde entonces odia la religión, pues su estado fue debido a que sus padres, creyentes y obstinados, se negaron a que le trataran de forma médica.


       HISTORIA

Todo empieza cuando Maximiliam Kolher se pone en contacto con Robert Landong, pues necesita su ayuda por una cuestión de "vida o muerte". Robert le toma por un fanático de las conspiraciones, como tantos otros que se han puesto anteriormente en contacto con él, y pasa de su petición. Aunque finalmente acepta viajar a donde Maximilian se encuentra tras ver una fotografía del cuerpo de un hombre asesinado. En el pecho del cadáver puede verse grabado a fuego la palabra Illuminati en un perfecto ambigrama, es decir, un símbolo perfectamente simétrico en el que puede leerse la misma palabra tanto si el símbolo esta bien puesto, como si esta girado 180°.
Así, Robert Landong acabó en Suiza, en el CERN (Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire, en español, Organización Europea para la Investigación Nuclear). El hombre de la fotografía era Leonardo Vetra, uno de los científicos del CERN. Éste estaba inmerso en una gran investigación junto a su hija adoptiva, Vittoria Vetra, quien en esos momentos no se encontraba en el centro, pero si de camino. 

Ver el cuerpo de Leonardo Vetra no fue algo agradable para Robert, entre otras cosas, porque éste estaba desnudo, pero aun peor fue descubrir que el asesino le había extirpado uno de sus ojos. Ninguno sabía el motivo de ese asesinato, pero Maximiliam lo asociaba a la orden de los Illuminati. Cuando Vittoria Vetra llegó al centro, Maximilian le impidió ver el cuerpo de su padre, no quería que le recordara de esa manera. Pero también tenía una ingente necesidad de saber en que estaban metidos ella y su padre, pues creía que le motivo del asesinato de Maximilian estaba relacionado con la investigación que ambos estaban realizando. Así, Vittoria les llevó hacia su laboratorio, situado seis pisos por debajo del suelo. El equipo con el que trabajaban era nada más y nada menos que un acelerador de partículas de 27 km de longitud y 8 km de ancho.

Ante la puerta del laboratorio se encontraba un lector retiniano, motivo por el cual el asesino había extirpado el ojo de Leonardo Vetra, quien, junto a Vittoria, había conseguido crear antimateria en el acelerador. La antimateria es una sustancia inexistente en la tierra, altamente energética e inestable. La antimateria es la parte dual de la materia, es decir, su contrario, por lo que al entrar en contacto con esta, provocan una gigantesca explosión, destruyéndose ambas. La creación de materia y antimateria en sus experimentos, probaba, según Leonardo, la existencia de Dios, de una fuerza superior necesaria para que el Big-Bang surtiera efecto creando el universo en el que vivimos.

Para mostrar el poder de la antimateria, Vittoria realizó la aniquilación de una cantidad ínfima de antimateria, la explosión fue brutal. Pero bien utilizada, la antimateria suponía una fuente de energía no contaminante con un gran poder. Por este motivo, Vittoria creó un espécimen de gran tamaño, pues si era posible crear antimateria en grandes cantidades, esto haría rentable la creación de nuevos sistemas para su producción. Ese espécimen se encontraba guardado otros seis pisos por debajo del laboratorio, en un almacén que procuraba seguridad. Pero no había habido suficiente seguridad, el espécimen había sido robado

El espécimen de antimateria se encontraba dentro de un contenedor plástico que mantenía la antimateria ingrávita, impidiendo así que tocara las paredes del contenedor y se destruyera. El contenedor contaba con una batería de seguridad inalámbrica que mantenía ingravito el espécimen, si la batería no se recargaba antes de 24 horas, la antimateria se destruiría, con una onda expansiva de varios kilómetros de diámetro. Debían encontrar la antimateria antes de que las 24 horas pasaran, o todo lo que estaba a su alrededor acabaría completamente destrozado.

A muchos kilómetros del CERN, en el Vaticano, un miembro de la Guardia Suiza descubrió en una de las cámaras un objeto que nunca había visto antes. Una gota que brillaba se mantenía ingrávida dentro de un contenedor transparente con las iniciales del CERN. Así se pusieron en contacto con el director del CERN, con Maximilian. Ya sabían donde se encontraba la antimateria, en el Vaticano, el problema iba a ser encontrarla dentro del Vaticano, pues la cámara había sido cambiada de lugar y era imposible rastrearla.

El Vaticano se encontraba en una situación de gran importancia. Hacía pocos días que el Papa vigente había muerto, encontrándose en las vísperas del cónclave. Ese mismo día los Cardenales se reunirían en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo Papa. Esto hacía que todo fuera mucho más peligroso debido a la presencia de televisión, creyentes y curiosos congregados en la plaza de San Pedro.

Vittoria y Robert fueron quienes se encaminaron hacia el Vaticano, Maximiliam se quedó en la enfermería debido a un achaque de su enfermedad. Al llegar, fueron retenidos por la Guardia Suiza, cuyo comandante, Olivetti, no creía una palabra de lo que le decían sobre la antimateria, y además tenía otra gran preocupación entre manos. Cuatro de los ciento sesenta y cinco cardenales presentes en el Cónclave habían desaparecido, y para más inri, eran los cuatro preferiti

Encerrados en el despacho de Olivetti, Vittoria se las arregló para contactar con el Camarlengo, quien pidió que ella y Landong fueran llevados ante él. El Camarlengo es el ayudante personal del Papa, y cuando el Papa muere, el Camarlengo se convierte en la máxima autoridad en el Vaticano, así como en el organizador de todo lo relacionado con el Cónclave. En presencia del Camarlengo Carlo Ventresca, el asesino les telefoneó. Les contó cosas que ya sabían y otras que no, les dijo que era él quien había secuestrado a los cuatro preferiti, y que les asesinaría públicamente, uno cada hora, a partir de las ocho de la noche. Les dijo que trabajaba en nombre de los Illuminati, quienes venían buscando venganza, quienes venían a cumplir la amenaza que un día hicieron sobre la iglesia. Su objetivo era destruir la ciudad del Vaticano y devolver la jugada de la Iglesia, marcando a los cuatro cardenales igual que los científicos fueron marcados a fuego con la cruz antes de ser asesinados y mutilados, dejando sus miembros en lugares públicos de Roma para alentar a otros científicos de que no se unieran a la hermandad Illuminati. Pero además de amenazas, también les dio algunas pistas de los lugares donde tendrían lugar las ejecuciones. Les dijo que los cardenales serían sacrificados como vírgenes en los altares de la ciencia.

Los altares de la ciencia eran cuatro monumentos, situados en diferentes iglesias de Roma que indicaban el camino hacia la Iglesia de la Iluminación. Este camino era conocido como el Sendero de la Iluminación, cuatro indicadores que llevaban a aquellos que querían formar parte de los Illuminati hacia el lugar de reunión de estos. Los Illuminati eran gente de ciencia, científicos que se reunían secretamente para tratar diferentes temas que les inquietaban respecto a sus investigaciones. Esto hizo que la Iglesia fuera en contra de ellos, ya que afirmaban cosas en cuya contra iba la Iglesia, por ejemplo, la teoría del Heliocentrismo de Galileo, máximo exponente de los Illuminati y creador del Segno, una clave en la que se daban ciertas pistas para encontrar el Sendero y seguirlo.

Landong sabía donde se encontraba dicho Segno, y era en uno de escritos menos conocido de Galileo, Diagramma. Un escrito realizado en papiro, para facilitar su destrucción en caso de que pudiera caer en manos de alguien de la Iglesia. El único ejemplar existente en la actualidad se encontraba en el Vaticano, en el Archivo Vaticano. El Segno se componía de seis frases, un poema que literalmente rezaba:

Desde la tumba terrenal de San,
en el agujero del demonio.
Cruzando Roma esos místicos
cuatro elementos se revelan.
La senda de luz, secreta prueba.
Que ángeles guíen tu búsqueda.

La tumba terrenal de San hacía referencia a un hombre, a Rafael, más conocido por su nombre que por su apellido. La tumba de Rafael estaba en el Panteón, cuyo oculus podía representar el agujero del demonio que comentaba la segunda frase del segno. Pero no era este el primer altar de la ciencia, el primer altar de la ciencia se encontraba en la Capilla Chigi, tumba diseñada por Rafael. Esta Capilla contaba con un Osario, un tipo de tumba conocida con el nombre de agujero del demonio, una tumba excavada en el suelo para albergar los restos de otros familiares de los enterrados en un principio en las capillas originales. La Capilla Chilli se encontraba en Santa María del Popolo.

Pretendían evitar el asesinato del primer cardenal, consiguiendo detener al asesino. Pero llegaron tarde, dentro del Osario se encontraba el cuerpo del primer cardenal, marcado a fuego con el ambigrama del primer elemento, Earth (tierra). Para los científicos había cuatro elementos místicos en torno a los cuales todo giraba, y a los que el poema hacía referencia en su tercera y cuarta frase. Los cuatro monumentos hacían una clara referencia a estos cuatro elementos, tierra, aire, fuego y agua, camuflados, claro esta, como estatuas de temática religiosa. La forma en que cada cardenal sería asesinado también guardaba relación con cada elemento, en el primer caso, el cardenal se había ahogado al llenarle la boca de tierra.
La estatua ubicada en la Capilla Chigi era la conocida como Habakkuk y el Ángel, en la que ambas figuras señalaban hacia lugares diferentes. Pero el poema decía claramente que dirección debían seguir "Que ángeles guíen tu búsqueda". Las cuatro esculturas, así como los ambigramas Illuminatis habían sido realizadas por un escultor anónimo, de cuya identidad nada se sabía. Vittoria había descubierto la identidad de éste, Gianlorenzo Bernini, el más conocido escultor del Vaticano en aquella época, infiltrado en el Vaticano y miembro de los Illuminati. Aunque el diseño de la capilla era de Rafael, todos la ornamentación interior había sido obra de Bernini.

Mientras tanto, los cardenales, encerrados en el interior de la Capilla Sixtina, y ante la ausencia de los cuatro preferiti hacían el primer intento de elección del nuevo papa. Un humo negro salió de la quema de los votos de aquella primera elección.

El ángel señalaba en una dirección en la que no había iglesia alguna, lo único que se cruzaba en aquella dirección era la plaza de San Pedro. La plaza de San Pedro forma parte del Vaticano, pero al encontrarse fuera de la ciudad amurallada, muchas autoridades romanas afirman que se encuentra en Roma. Mientras que la basílica de San Pedro había sido diseñada por Miguel Angel, la plaza de San Pedro había sido obra de Bernini. Además, en ella se encontraba un bajorrelieve de Bernini conocido como West Ponente, al que a veces se conocía con el nombre del aliento de Dios.

Cuando llegaron a la plaza de San Pedro no habían dado aun las nueve de la noche, aún estaban a tiempo de salvar a el cardenal. Landong y Vittoria entraron a inspeccionar el terreno, vieron el bajorrelieve, en el que un ángel soplaba hacia el oeste. Se alejaron un poco del bajorrelieve y para cuando volvieron a acercarse, un vagabundo estaba tirado a los pies del bajorrelieve. No era un vagabundo, era el segundo cardenal. En su pecho aparecía grabado a fuego el segundo ambigrama con la palabra Air (aire). Su muerte, también estaba relacionada con el ambigrama. Sus pulmones había sido perforados, así, al aplicarle el boca a boca, dos chorros de sangre salieron de su pecho, provocando que sus pulmones se inundaran de sangre. Todo este espectáculo fue grabado por un reportero y su cámara de la BBC. Pocos minutos después las televisiones de todo el mundo emitían las imágenes grabadas sobre la muerte de los cardenales.
Pero peor aun fue cuando el asesino llamó en directo para decir que ellos, los Illuminati, había asesinado al anterior papa, valiéndose de su propia medicina, la heparina. Esto solo hizo que la gente se congregara en torno a San Pedro, sin ser conscientes del peligro al que se exponían. La búsqueda de la antimateria no daba frutos, los guardias suizos no lograban encontrar nada. Y aún había dos cardenales que serían próximamente ejecutados.

El tercer altar, el indicativo al fuego, se encontraba en Santa Maria della Vittoria, donde se encuentra El extasis de Santa Teresa. Landong, Vittoria y Olivetti se encaminaron hacia allí, esperando salvar la vida del tercer cardenal, pero el resultado final no fue el esperado. Olivetti, que había entrado por separado, murió a manos del asesino. El cardenal, con el ambigrama Fire (fuego) grabado en su pecho, murió suspendido por los brazos, cual crucificado, sobre las implacables llamas de un fuego que le consumieron. Vittoria, sorprendida por el asesino e inconsciente por un golpe, fue secuestrada por éste. Ella sería su premio por un trabajo bien hecho. Y Landong acabo sepultado bajo un sarcófago, que por un lado le salvo de morir ahogado por las manos del asesino, pero por otro le hizo perder la consciencia hasta que los bomberos, que fueron a apagar el incendio sobre el que estaba suspendido el cardenal, le encontraron y le sacaron de allí.
Tras su despertar, y motivado por el impulso de salvar a Vittoria del asesino, Landong buscó el siguiente altar. Este, el que simbolizaba el agua, se encontraba en la Piazza Navona, y era nada más y nada menos que la Fuente de los Cuatro Ríos. Landong, adelantándose al asesino, pretendió salvar al cardenal y acabar con él. Pero había perdido el factor sorpresa y la experiencia del asesino se hizo notar, así, el cardenal acabo muriendo ahogado en la fuente, y Landong también lo habría hecho si no hubiera sido por una de las mangueras de burbujas de la fuente. Lo que Landong hizo fue fingir que se había ahogado para que así el asesino le liberara. En el pecho del cardenal Landong pudo ver el último ambigrama, Water rezaba.
Ahora, debía buscar la Iglesia de la Iluminación, donde el asesino tenía retenida a Vittoria, pero no era fácil. Esa fuente no contaba con un ángel que guiara su camino, todo lo que había en ella eran animales. Pero si había una paloma, la paloma solitaria es el símbolo pagano del Ángel de la Paz. Su pico le dijo donde debía ir. El Castel Sant' Angelo. Fue fácil llegar, pero no así entrar y acceder al lugar donde el asesino tenía retenida a Vittoria, quien ya se había despertado.

El asesino tenía atada a Vittoria mientras se divertía con Landong, contándole lo que él sabía del plan y haciéndole dudar para que fijara su atención en un cofre. El cofre contenía los hierros que había usado para marcar a los cardenales y al padre de Vittoria. Illuminati, Earth, Air, Fire, Water. Pero además había un sexto compartimento para un sexto hierro, uno en forma de cuadrado, que Jano, el cabecilla, usaría para marcar al enemigo más peligroso, el Camarlengo. Teniendo a Landong en la cornisa del balcón de la sala del Caster Sant' Angelo, Vittoria, que se había liberado, atacó al asesino con una antorcha, y tras unos momentos de combate, el asesino acabó cayendo por el balcón al ser empujado por ambos.

Sabiendo que un hombre había llamado para dar información sobre la antimateria, y creyendo que este hombre, que iba a reunirse con el Camarlengo, era el Jano que el asesino había mencionado, Landong y Vittoria se encaminaron hacia el Vaticano. Usaron para ello el famoso Pasetto, que comunica el Vaticano con el Castel Sant' Angelo. Ese hombre era Maximiliam Kohler, quien para cuando Landong y Vittoria llegaron, estaba encerrado con el Camarlengo a solas en el despacho del Papa. Oír al Camarlengo gritar fue motivo suficiente para forzar la puerta. Este se encontraba en el suelo, retorciéndose de dolor y gritando ¡Illuminatus! dirigiéndose a Kohler. El Camarlengo tenía una marca a fuego en su pecho, una marca en forma cuadrada realizada por Kohler. Kohler murió al ser alcanzado en el pecho por una bala disparada por un miembro de la Guardia Suiza, pero antes de morir dio a Landong una pequeña videocámara, diciéndole que la entregara a los medios de comunicación.

Tras el incidente, los cardenales fueron evacuados de la Capilla Sixtina y llevados a la plaza de San Pedro, y el helicóptero, dispuesto para trasladar al Camarlengo al hospital. Todos habían salido de la Basílica de San Pedro, los reporteros de televisión se acercaban hacia ellos. Fue entonces cuando Landong descubrió la magnificencia de la sexta marca, la que el Camarlengo llevaba en el pecho. Era el famoso diamante de los Illuminati, y no era un cuadrado, era un rombo, con las palabras Earth, Air, Fire y Water grabadas simétricamente. Todos pudieron ver el ambigrama marcado en el pecho del Camarlengo cuando este se levantó y empezó a balbucear medio enloquecido. Parecía como si Dios le estuviera hablando, como si Dios le estuviera indicando el paradero de la antimateria.
De repente, el Camarlengo, que no paraba de repetir la frase ¡Sobre esta roca construiré mi Iglesia!, salió disparado hacia la basílica. Le encontraron en el Nicho de los Palios, introduciendo su cuerpo por una rendija que descendía hasta la Necrópolis, donde se encontraba la tumba de San Pedro. Pedro es la piedra había dicho el Camarlengo a Landong, la fe de Pedro en Dios era tan férrea que Jesús llamaba a Pedro "la Roca". Allí, en el interior de la tumba, se encontraba el contenedor de antimateria.

El Camarlengo tenía un plan. Tras salir por la rendija y de la basílica, el Camarlengo se encaminó hacia el helicóptero que iba a trasladarlo al hospital. Obligó al guardia suizo a bajar y se dispuso a ponerlo en marcha cuando Landong llegó a su lado y se introdujo en el helicóptero. Landong le ayudaría a deshacerse del contenedor de antimateria. Pero el Camarlengo hizo algo que Landong no esperaba, cuando estuvieron lo suficientemente altos, sacó un paracaídas y abrochándoselo, saltó, dejando a Landong con el contenedor de antimateria en el helicóptero. Esto no tenía que acabar así, le dijo el Camarlengo antes de saltar.

Landong, agarrándose a su última esperanza de sobrevivir, cogió la cubierta protectora de vinilo del parabrisas del helicóptero y se lanzó con ella. Esta consiguió disminuir algo su velocidad de caída, pero no lo suficiente, finalmente acabó cayendo al río Tiber. Tuvo la suerte de caer muy cerca de un grupo de trabajadores de un hospital cercano que habían salido para ver la gran explosión. Ellos le recogieron y le salvaron. Entre los objetos personales que llevaba, una enfermera descubrió la videocámara de Kohler. La imagen se había dañado, pero no el sonido, y Landong pudo escuchar toda la conversación que había tenido lugar entre el Camarlengo Carlo Ventresca y Maximiliam Kohler. Lo que le hizo salir apresurádamente hacia la basílica de San Pedro.

Mientras tanto, el Camarlengo Ventresca que había caído sobre el techo de la basílica, había tenido la suerte de que nadie reparara en el paracaídas. Así, toda la gente apostada en la plaza de San Pedro, tomándole por un héroe y tomando lo ocurrido por un milagro, comenzó a vitorearle. Su popularidad había ascendido sobremanera. Miembros de la Guardia Suiza dieron un baño a Carlo y curaron sus heridas, para posteriormente llevarlo ante los cardenales, congregados en la Capilla Sixtina. Todo había salido bien, él era el nuevo héroe de la Iglesia Católica. Lo ocurrido esa noche había sido un milagro, eso era lo que algunos cardenales afirmaban. Entre el milagro y la muerte de los cuatro preferiti, parecía no haber dudas sobre quien sería elegido nuevo Papa.

Landong llegó a la Capilla Sixtina videocámara en mano. Hizo que llevaran un televisor al que conectó la videocámara para que todos los cardenales pudieran ver y oír lo que había ocurrido esa misma noche en el despacho del Papa. En esa grabación se podía ver y oír como Maximiliam Kohler acusaba a Carlo Ventresca de robar la antimateria y asesinar a Leonardo Vetra. Leonardo Vetra tenía un diario en el que había anotado una visita realizada al Vaticano en la que había mostrado al Papa y al Camarlengo sus investigaciones y resultados. Además, había invitado a ambos a visitar el laboratorio, pero solo había asistido a la visita el Camarlengo Ventresca, quien había visto todo el laboratorio, incluida la muestra de antimateria robada. En la parte final de la grabación podía verse como el Camarlengo Ventresca se desgarraba la sotana, cogía un hierro que había estado en el fuego, el hierro con el diamante de los Illuminati, y lo ponía contra su pecho, quedando marcado a fuego con el ambigrama de los Illuminati.

Cuando el Camarlengo Ventresca entró en la Capilla Sixtina, la fría recepción que obtuvo no era lo que esperaba. No fue hasta que reparó en la presencia de Landong y la imagen que el televisor mostraba, que supo que había sido descubierto. Los cardenales le pidieron una explicación, una explicación de lo que había sucedido esa noche y una explicación por el asesinato del anterior Papa.

Carlo siempre había pensado que Dios tenía un plan para él, que le había salvado la vida por un determinado motivo. Cuando él era pequeño, un día en el que él y su madre acudieron a la iglesia, una bomba estalló, siendo él el único superviviente de dicha tragedia. Estando en el hospital, un cardenal había ido a verle y tras su recuperación, Carlo pasó a estar bajo su tutela, criándose en el monasterio donde este cardenal se encontraba. Carlo se había empeñado en hacer la mili, pero se negó a disparar armas de fuego, con lo que acabó aprendiendo a pilotar helicópteros. Años después, este cardenal había sido elegido Sumo Pontifice, y había nombrado a Carlo su Camarlengo, su ayudante personal.

Poco antes de asesinar al Papa, este le había hecho una confesión. Una confesión que hizo enloquecer a Carlo, pues el hombre a quien más apreciaba no era más que un mentiroso que había roto los sagrados votos realizados a la iglesia. El Papa había confesado a Carlo que tenía un hijo, pero le había pedido que le dejara explicarse. Cosa que Carlo no hizo, pues salió corriendo sin dejarle explicarse. Carlo explicó esto a los cardenales, pero se vio recompensado con una amarga verdad.

En el cónclave en el que el anterior Papa había sido elegido Sumo Pontifice, el cardenal Mortati había actuado como el "abogado del diablo", aquel que estudia la vida del candidato en busca de pecados que pudieran alterar su elección. Este reconoció haber descubierto que el anterior Papa tenía un hijo, pero a su vez, explicó que el Papa no había roto su voto de castidad. El anterior Papa su había enamorado de una novicia, y aunque se habían mantenido alejados de la tentación, ella se vio asaltada por una necesidad, la necesidad de ser madre. Ambos expusieron su negativa, pues eso implicaría romper su voto de castidad, hasta que un día la mujer se acercó y le habló de un nuevo milagro surgido en el mundo de la medicina. La inseminación artificial había sido el método por el que el hijo del Papa había sido concebido.

La novicia abandono la institución para criar y educar a su hijo, pero nunca se alejó de la iglesia. Unos años después, una bomba estalló en la iglesia en la que la mujer y su hijo se encontraban, habiendo un único superviviente. Cuando el niño se recuperaba en el hospital, el Papa, cardenal en aquella época, fue a visitarle y se hizo cargo de él. Carlo era el hijo, concebido por inseminación artificial, del anterior Papa.

Por fin Carlo comprendía porque el anterior Papa había hecho todo aquello por él. Cuando le llamaba hijo, lo hacía de forma literal, él era su padre. No pudiendo afrontar la culpa ni el destino que le esperaba, Carlo salió huyendo de la Capilla Sixtina hacia el Nicho de los Palios. Allí, impregna su cuerpo con el aceite de una de las noventa y nueve lámparas que iluminan la sala y se dirige hacia el balcón papal, donde finalmente prende fuego al aceite que lubrica su cuerpo, ardiendo en escasos minutos.

Finalmente, el elegido Papa es el cardenal Mortati, quien decide recompensar a Landong por su aportación en el caso. Le hace un regalo, pidiéndole que cuando lo estime oportuno, lo devuelva al Vaticano. Ese regalo es el hierro grabado con el ambigrama del diamante de los Illuminati.


Un final con un gran giro, y un estilo de narración que te mantiene pegado al libro en todo momento. Un libro nada despreciable, que debería encontrarse en las librerías de todo buen lector.